A esta altura ya sabrás que me dedico a destrozar negocios.

Los destruyo para reconstruirlos desde cero.

Para que dejen de parecer vitrinas de ego y empiecen a ser máquinas de facturar.

Y si hay algo que me encuentro una y otra vez al entrar en una web…

es una cosa que me hace fruncir la cara y pensar:

“¿En serio arrancás así?”

No me malinterpretes.

No estoy hablando de colores feos o estridentes, logos horribles ni tipografías de feria.