Si Marco Aurelio viviera hoy, lo echarían por no tener LinkedIn Premium

Estoicismo real o la frase estoica de mi taza de Starbucks.

Si Marco Aurelio viviera hoy, lo echarían por no tener LinkedIn Premium

No te confundas.

Los estoicos no eran gurús de autoayuda. Eran soldados, esclavos liberados, emperadores.

Gente metida en medio del barro, como vos y yo cuando se cae Stripe, te pide explicaciones Hacienda, o un cliente te clava una devolución a los 30 días…

Y sin embargo, mantenían la calma.

No porque no sintieran, sino porque sabían que las emociones no son buenas para tomar decisiones.

¿Sirve para los negocios?

No solo sirve: es una gran ventaja competitiva.

  1. Te volvés más frío para vender.
    No te enganchás emocionalmente si te dejan en visto. Aprendés a seguir. A insistir con elegancia. A aceptar un "no" sin comértelo como fracaso personal.
  2. No reaccionás, respondés.
    Cuando te salta un problema con el proveedor, con el sistema, con el cliente... te preguntás:
    ¿Puedo controlarlo? No. ¿Puedo actuar en algo? Sí. Entonces actúo sin quejarme.
  3. Decidís desde la razón, no desde el miedo.
    Mientras los demás se tiran del barco, vos ajustás las velas.
  4. Entrenás la incomodidad.
    Porque sabés que lo difícil no se esquiva. Se atraviesa.
    (Y esto, amigo, te vuelve casi invencible.)

Un ejemplo real: cuando me dejaron afuera por no llamarme "Corp"

Año 2015. Agencia a tope. Todo pintaba bien.

Mi mejor cliente me representaba el 60% de la facturación.

Era una relación sólida, de años. Fluía. Nos entendíamos.

Hasta que llegó la maldita auditoría de calidad.

Iban a otorgarle una de esas certificaciones que parecen sacadas de un cruce entre ingeniería alemana y activismo moderno: ISOLGTBI+ conciencia medioambiental y sello de carbono neutro.

¿El resultado?

La agencia de marketing tenía que tener nombre de multinacional.

Literal.

No podía ser "Seba".

Tenía que terminar en algo como “& Partners”, “Digital Corp” o “Consulting Group”.

Así de ridículo. Así de real.

Y me dejaron afuera. De un día para el otro.

La versión reactiva de mí se habría revolcado en la rabia, insultando a los dioses del branding.

Pero no.

La versión estoica se preguntó:

¿Esto me define? No. ¿Puedo hacer algo al respecto? Solo rehacerme.

Y eso hice.

A los 60 días tenía nuevos clientes, más rentables y más alineados.

No porque sea especial.

Sino porque no perdí tiempo en quejarme.

Lo usé para vender, ajustar mi oferta y reconstruir desde el fuego.

Libros de Estoicismo que sí valen la pena (sin humo ni palabras vacías)

No los que salen en TikTok con portadas negras y doradas, letras góticas y frases que parecen escritas por un community manager con resaca.

Porque seamos claros: la mayoría de los “libros de estoicismo” actuales son refritos.

Copian y pegan a los clásicos (que ya no tienen copyright, ojo), le meten un par de frases inspiracionales sacadas de ChatGPT, y listo: otro libro más para que lo subas a Instagram con tu taza de café.

Pero el verdadero estoicismo no es de vitrina, es de trinchera.

Estos son los que valen la pena:

  1. "Meditaciones" de Marco Aurelio
    No fue escrito para el público. Fue escrito por el emperador para si mismo. Y eso lo hace brutalmente honesto. Te desnuda. Y te hace sentir que no sos tan especial.
  2. "Manual de Vida" de Epicteto (o “Enquiridión”)
    Breve, pero con más poder que 200 páginas de humo editorial. Son máximas para recordar todos los días. De esos libros que deberían venir con cinta adhesiva para pegarlos al espejo.
  3. "Cartas a Lucilio" de Séneca
    Denso y hermoso. Te enseña a morir cada día un poco, para no tenerle miedo cuando toque. Y de paso, te enseña a vivir con más intención que cualquier curso de mindset.
  4. "Diario para Estoicos" de Ryan Holiday
    ¿Está sobrevalorado? Sí. ¿Es útil para empezar? También.
    No es un estoico clásico, pero si querés una dosis diaria, sin mucha filosofía dura, va bien. Eso sí, después andá a las fuentes, porque Holiday sin Marco Aurelio es como vender sin producto.

¿Cómo aplicarlo HOY?

  • Antes de mandar ese email caliente, preguntate: ¿Estoy reaccionando o respondiendo?
  • Cuando perdés una venta: ¿Qué puedo controlar? ¿Qué aprendí?
  • Todos los días, anotá 1 cosa que salió mal y cómo podrías haber actuado con más templanza.

No es para quedar bien.

Es para volverte un lobo sereno y eficaz.

Si querés que te enseñe cómo aplicar esto en tu negocio, sin teorías ni frases motivadoras, reserva una consultoría conmigo.

No siempre hay cupo.

Pero si hoy ves que está disponible, no lo dejes pasar.

Mañana puede estar cerrado. Literal.