La primera tienda online que armé ni siquiera tenía carrito.

Tenía 23 años, una 486, y el hambre de un tipo que quería salir del laberinto.

No había redes sociales. Ni WordPress. Ni tutoriales en YouTube.

Había que inventar.

Un amigo me preguntó algo que en esa época sonaba a ciencia ficción:

—Che ¿Podré vender repuestos de motos por internet?

Puff!!! Se me hizo agua el cerebro y me puse manos a la obra.

Le cobré 100 dólares y le armé una web con fondo gris, tipografía Times New Roman, y tablas en HTML.