No todo se vende igual. O al menos, no toda venta se encara de la misma manera.

Depende del cliente, del producto… y del mundo en el que se mueve.

Y sin embargo, entrás a internet y te encontrás con los gurús del “método único e infalible para vender cualquier cosa, siempre, a cualquiera”.

¿¡Cómo!? ¿De verdad te creíste eso?

Mirá, yo tengo clientes que venden yates. Sí, yates: barcos para ricos.

Y no, no hacen rebajas por el Black Friday.

Ni Cyber Monday.

Ni San Valentín.

Ni el día del perro.

Es lógico: El que compra un yate de 2 millones no está esperando una promo del 10%.

No busca una oferta flash.

Busca algo más simple: estatus, exclusividad y experiencia.

¿Cómo se vende un yate?

Spoiler: no se vende.

Se hace que el cliente lo desee.

Y eso, querido cordero, no se consigue con una "Promo Descuento".

Hace unos cuantos años (más de 15) que trabajo con empresas de ventas de yates y otras relacionadas con el sector náutico.

En concreto trabajo con:

  • Una marca que vende catamaranes de lujo a vela (sí, de esos que valen más que un piso en el centro de la ciudad).
  • Otra de catamaranes a motor. (Como un coche de lujo que va por el agua)
  • Otra que vende monocascos deportivos, más chiquitos pero igual de picantes.
  • Un cliente que los alquila para que los hijos de ricos se peguen unas buenas fiestas.
  • Y otro que organiza eventos náuticos, de esos donde nadie pregunta “¿cuánto cuesta?” sino “¿qué champagne sirven?”

¿Creés que ahí sirve el “Últimos días con 20% OFF”?

No solo no sirve.

Es contraproducente.

Espanta.

Porque si le hablás de “ofertas” a alguien que tiene 7 propiedades, 3 pasaportes y 0 paciencia…

…lo perdés.

Es como venderle foie gras con etiqueta del Mercadona.

Lo que sí funciona

  • Branding bien hecho.
  • Imagen impecable.
  • Captación de leads segmentados.
  • Contenido aspiracional.
  • Videos que te hacen decir “yo quiero estar ahí”.
  • Relación humana. Cara a cara. Paciencia.

Porque, para colmo, la venta no es inmediata.

No es como comprarte un coche.

No te llevás el yate del concesionario.

Tenés que esperar.

Y si encima lo querés customizado —que todos lo quieren— el proceso se alarga más que una obra pública.

Y si hay algo que el millonario no tolera…

Es esperar.

La cuestión es esta: “No todos los productos o servicios se venden con el mismo cartel, ni al mismo ritmo, ni al mismo tipo de persona.”

¿Entonces qué hago si vendo productos premium?

No juegues a los descuentos.

Jugá a la autoridad.

A la marca.

A la experiencia.

Que te compren no por precio, sino por cómo se sienten al hablar con vos.

Y si necesitás ayuda para eso…

sabés que doy consultorías uno a uno.

No siempre hay cupo, pero si tenés suerte puede que justo tenga un hueco libre.

Reservá ahora, antes de que se lo lleve otro.