No leo noticias. Hace años que las dejé.

Pero tengo un vicio que me alegra el día:

Leer comentarios.

Sí, esos. Los que están debajo de cualquier noticia del periódico digital que se te ocurra.

No importa si es rojo disfrazado de libertad o azul camuflado de rectitud.

Da igual. El color del corral es lo de menos, lo importante es que está lleno.

Lleno de opinólogos con doctorado en todo.

Filósofos de teclado.

Políticos de sillón.

Jueces de la moral ajena.

El ritual es siempre el mismo: elijo una noticia destacada al azar (total no la voy a leer), bajo hasta la sección de comentarios y empiezo a disfrutar.