Aquí vamos otra vez...

Meta, Google, Xiaomi y medio Silicon Valley preparando la próxima invasión:

gafas inteligentes para que veas el mundo con filtros, notificaciones y grabación continua.

Ray-Ban Stories.

Google Glass recargado.

Prototipos chinos.

Todo listo para una nueva “revolución”.

Pero... un momento...

¿Realmente alguien la pidió?

La danza de los elefantes tecnológicos

Lo que estamos viendo es una estampida de empresas corriendo al mismo abismo, convencidas de que esta vez sí va a funcionar.

Pero no hay ninguna prueba de eso.

Meta se la jugó fuerte con Ray-Ban conectadas.

Google resucitó un cadáver tecnológico.

Y Xiaomi, como siempre, le copia el ataúd pero más barato.

¿Resultado?

Otro intento de imponer gadgets sin escuchar a las personas.

El problema de la solución inexistente

¿A quién le molesta sacar el móvil del bolsillo?

¿En serio vivimos tan apurados que necesitamos grabar con las cejas?

Este tipo de productos son puro síndrome de “martillo buscando clavo”:

Se puede hacer, entonces hagámoslo… aunque a nadie le importe.

Tecnología sin propósito.

Y eso, amigo, es una receta perfecta para el fracaso.

El rechazo no es técnico. Es humano.

Imaginate llegar a una cita con gafas que graban.

O a una reunión.

O a un restaurante.

¿Cuánto tarda la gente en incomodarse?

¿Cuántos locales empezarían a prohibirlas?

No es paranoia.

Es defensa social.

Cuando la privacidad se convierte en lujo, la confianza desaparece.

El cementerio de las grandes ideas que nadie quería

Google Glass

Segway

Microsoft Kinect

Facebook Portal

Televisores 3D

Todos tenían tecnología brutal.

Todos tuvieron marketing bestial.

Y todos fracasaron por lo mismo: nadie los necesitaba.

Las gafas inteligentes van por el mismo camino.

La paradoja del éxito colectivo

Mientras más empresas entran al juego, menos probable es que alguna gane.

¿La razón?

No hay mercado. Solo espejismo.

Y ese espejismo viene con Wi-Fi, batería y suscripción mensual.

Las Big Tech, irónicamente, muchas veces actúan como corderos.

Siguen modas.

Imitan tendencias.

Se copian entre sí.

Pero vos no podés darte ese lujo.

Porque si tu producto fracasa, no tenés 12 mil millones para compensarlo.

Así que mejor aprendé del error ajeno… antes de que lo pagues con el tuyo.

Acá te dejo las instrucciones claras, accionables y sin filtro:

Los 3 errores que matan productos antes de lanzarlos (y cómo evitarlos)
Te burlaste de las gafas inteligentes. Ahora asegurate de no estar haciendo lo mismo con tu propio producto.

Te burlaste de las gafas inteligentes.

Ahora asegurate de no estar cometiendo los mismos errores…

con tu propio negocio.