Durante años, arranqué mis mañanas leyendo mails de clientes, apagando fuegos o perdiendo el tiempo probando webs y apps.

Hasta que un día cambié eso por algo que parecía… una tontería.

Escribir.

Sí, es lo primero que hago al llegar a la oficina.

Escribir sin filtros. En un cuaderno. Con lápiz. Como si fuera 1998.

Y eso me cambió el negocio.

Y no, no hablo de journaling ni de esa moda de escribir tus emociones con glitter en un Moleskine caro mientras tomás té de jazmín.

Esto no es un diario íntimo para reconciliarte con tu niño interior.

Es una herramienta brutal para ver en crudo lo que estás pensando, lo que estás evitando, y lo que podrías estar vendiendo.

No es terapia. Es estrategia.

Y ojo, que no me levanto pensando: “Uy, qué ganas tengo de bucear entre mis traumas.”

No, escribo para ver qué me está frenando. Qué idea me está rondando. Qué deseo tengo guardado bajo la alfombra.

Por lo general esta práctica se transforma en un espejo sucio. No te gusta lo que ves, pero sabés que es real.

Y ahí está la clave: lo que escribo, luego lo convierto en contenidos.

Lo que repito, lo convierto en producto.

Y lo que duele… lo convierto en ganancia.

Porque donde hay dolor, hay oportunidad.

Y donde hay patrones, hay demanda.

La idea millonaria ya está en tu cabeza. Solo que está atrapada.

Hoy muchos emprendedores quieren lanzar su negocio online, escalarlo, crear contenido que conecte.

Y lo primero que hacen es buscar plantillas, prompts, AI, gurús, cursos…

¿Y si te dijera que con 15 minutos por día podés desbloquear todo eso?

Literal. Papel. Lápiz. Vos. Punto.

La cuestión es esta: “La claridad no viene pensando. Viene haciendo. Y si no hacés, no vendés.”

Te cuento cómo hacerlo:

  1. Escribí sin pensar. Lo que salga. Aunque sea basura.
  2. Subraya patrones. Cosas que se repiten: quejas, deseos, ideas, preguntas.
  3. Transformalo en activos:
    • Emails de venta
    • Piezas de contenido
    • Ideas para nuevos servicios
    • Ofertas irresistibles

Y si lo haces todos los días… el negocio deja de ser una lucha.

Empieza a ser un reflejo de tu voz. De tu historia. De tu valor.

Porque no hay nada más poderoso que conocerte a vos mismo… y vender desde ahí.

¿Querés que te ayude a encontrar tu voz, tu idea vendible, y a convertir eso en ingresos reales?

Agendá una consultoría conmigo. No siempre tengo huecos, pero si ves uno libre… aprovechalo.

Porque como siempre digo: el que escribe, lidera. Y el que vende, manda.