El otro día, alguien se me vino al humo.

Me escribió por privado, indignadísimo, porque—oh tragedia—descubrió que en uno de mis artículos había un enlace de afiliado y no le avisé con cartel luminoso.

“Eso es poco ético”, me dijo. "Es obligatorio"

¿Ético? Mirá, lo que es poco ético es leer gratis, beneficiarte del contenido y después venir a señalar con el dedito como un prefecto de colegio católico.

¿Obligatorio? Obligatorio es aceptar las cookies y leer el aviso legal.

Así que te cuento:

El tipo aceptó las cookies sin leer una sola palabra. Porque si las hubiera leído (como él exige que yo le “avise”), habría visto que claramente se especifica que algunos posts pueden contener enlaces patrocinados.

Y si eso no le alcanza, tiene todo detallado en el aviso legal. ¿Quién lo lee? Los burócratas, los abogados… y los que buscan pelea en internet.

Pero vamos a lo importante.

Este blog es gratis. (por ahora) La newsletter también (por ahora). Incluso ser parte de La Manada es gratis (por ahora).

No cobro por enseñar lo que me llevó 30 años aprender.

Y si hago caja cuando hacés clic en algo que te recomiendo (y que uso yo mismo SIEMPRE), me parece lo más justo del mundo.

A mí no me paga el Estado.

Ni las ONGs.

Ni la corrección política. (Justamente yo soy el más incorrecto de los apolíticos)

La cuestión es esta: Este blog no tiene ventanas ni rejas: como entraste, te podés ir.

Acá no quiero a los que se ofenden fácil.

Ni a los que vienen a dar lecciones de moral digital cuando ellos mismos no practican lo que predican.

Si te jode que use enlaces de afiliado para monetizar algo gratuito…

Andate a leer a los tibios.

Yo no soy uno de ellos.

Y si en cambio querés aprender de verdad, sin verso, con estrategia, con calle y con resultados…

Seguí por acá llevándote valor por tu cara bonita.