Hace poco una chica me dijo:

“Tengo todo armado, pero la web no convierte. Me llegan visitas, pero no vendo.”

Eso es como tener un local con la puerta abierta, gente entrando, y vos sentado atrás sin mirar a nadie, esperando que se auto-convenzan de comprar.

Spoiler: No va a pasar.

No es un tema técnico. No es el botón. No es el pixel.

Es que no estás vendiendo. Estás esperando.

Y si querés que tu web empiece a mover plata de verdad, tenés que dejar de hacer malabares y responder a las siguientes dos preguntas clave.

Pregunta 1: ¿Qué producto o servicio tuyo merece toda tu energía hasta que se venda solo?

No me digas “bueno, tengo un poco de todo...”.
Esa es la receta perfecta para no vender nada.

Elegí UNO. El mejor. El que más margen deja. El que más valor da.

Ese que podrías explicar con los ojos cerrados a las 3 de la mañana.

Ese que tiene potencial de convertirse en tu caballito de batalla.

Demasiada gente tiene su web como una feria: de todo un poco, “por si acaso”.

Pero el éxito está en la focalización.

Centrate en uno, hacelo irresistible, vendelo hasta que explote.

Y cuando estés facturando como querés, recién ahí pensás en sumar otro.

Pregunta 2: ¿Por qué me van a comprar esto a mí y no a la competencia?

Y NO vale decir “porque soy más barato”.

Si tu único diferencial es el precio, cerrá la web YA.

Porque siempre, siempre, hay alguien más barato.

Tenés que tener un porqué real:

¿Lo resolvés más rápido? ¿Tu enfoque es diferente?

¿Es realmente único? ¿Tiene una historia fuerte detrás?

¿Un método innovador? ¿Un trato humano y cercano?

La venta está en esa diferencia.

Si no la contás, si no la mostrás... el cliente se va al que sí lo hace.

Bonus track: no es culpa del cliente

Lo digo con cariño: El cliente no tiene la obligación de entender lo que hacés. Vos tenés que explicarlo bien.

Y si no sabés cómo, no hay drama. Nadie nace sabiendo.

Yo tampoco lo tenía tan claro con mi web hecha en FrontPage en el 98.

Hasta que entendí una cosa:

Aprender qué decir, cómo decirlo y a quién decirlo no es opcional.

¿Y ahora qué?

Si no podés responder esas dos preguntas con total claridad, no necesitás más tráfico.

Necesitás foco y mensaje.

Y si querés que lo veamos juntos, sin vueltas, sin bullshit, sin PowerPoint´s.

A lo crudo, como el sushi bueno.

Reserva una consultoría conmigo.

Eso sí: no siempre tengo huecos.

Si hoy podés reservar, aprovechá. Mañana quizá ya fue.

¡Lo aprovecho!