Año 2013. Altiplano granadino.

Un evento de emprendedores que, seamos honestos, pintaba a siesta larga.

Mucho PowerPoint, mucha frase de autoayuda reciclada… y de pronto: una bandera pirata detrás del atril.

Sí, pirata. Cráneo, huesos cruzados. Sin explicación.

Entra un tipo con pinta de profe cabrón, sin sonrisa de catálogo.

Se llama Manuel María Camacho.

Nunca lo había visto, pero ya lo estaba odiando un poco por parecer más seguro que yo.

A los 5 minutos, señala a una chica con vestido rojo de fiesta entre trajes grises.

Silencio en la sala.