Hay algo que antes me llamaba la atención, pero ahora ya no me sorprende: la cantidad de tiendas online lindas que no venden ni una media.

Y claro... hoy en día cualquier papanatas puede abrir una tienda online. Hasta gratis.

¿Entonces qué pasa? Que como cuesta dos clics, no se lo toman en serio.

Arman el chiringuito, suben unas fotos y esperan a que lluevan pedidos.

Spoiler: no llueven.

Y ahí es cuando me escriben desesperados, pidiendo socorro.