No va a venir un político a arreglar tu vida.

Ni una empresa. Ni un jefe. Ni tu pareja.

Ni ese gurú que vende cursitos con frases motivacionales.

No hay helicóptero.

No hay rescate.

No hay final feliz automático.

Y eso, aunque suene duro…

es una excelente noticia.

Te criaron para esperar

Desde chicos nos repiten la misma historia: que si te portabas bien vendrían los premios.

Que si estudiabas habría trabajo esperándote,

que si votabas bien el estado te cuidaría,

que si confiabas, alguien vendría a ayudarte cuando más lo necesitaras.

Toda esa educación no era formación.

Era condicionamiento.

Te entrenaron para esperar. Para depender.

Para mirar al cielo como si la solución viniera de arriba.

Spoiler: nadie va a venir.

Ni el Estado, ni el mercado, ni tu coach de Instagram, ni tu empresa, ni tu ex.

Todos están demasiado ocupados salvándose a sí mismos.

La mentira del salvador moderno

Hoy te venden salvadores con forma de marca.

"Comprá esto y vas a ser feliz." "Tomá esto y vas a tener energía." "Contratá esto y vas a tener éxito."

Y lo peor: pagás por eso.

No sólo con dinero. También con tu tiempo y con tu atención.

Te das cuenta que estás tercerizando tu poder.

Y después te quejás de que no cambia nada.

La verdad incómoda

La única persona que te puede salvar…

SOS VOS.

Pero claro, eso no vende. Eso no se puede escalar. Eso no da likes.

Porque implica esfuerzo. Implicaría pensar. Elegir. Decidir. Cambiar.

Y por eso te lo ocultan.

¿Sabés que...?

Esa persona que cambió de carrera a los 40.

Ese que armó su negocio sin capital.

Esa que se mudó sola a otra ciudad.

Esa familia que hizo las maletas y se fue del país.

No esperaron.

EMPEZARON

¿Por qué es una buena noticia?

Porque si nadie te va a venir a salvar, entonces no tenés que esperar nada.

No tenés que pedir permiso.

No necesitás que nadie te apruebe.

No tenés que seguir el camino de todos.

Podés construir el tuyo.

Podés decir "basta".

Podés dejar de obedecer.

Ese momento en que entendés que nadie te debe nada… es también el momento en que te volvés libre.

¿Por dónde empezar?

Por algo pequeño que esté 100% bajo tu control.

Hoy. Ahora. Sin pedir permiso a nadie.

No hablo de grandes sueños (que también).

Podés empezar por:

Una decisión que postergaste.

Una conversación que evitaste.

Dejar ese hábito que sabés que te está matando de a poco.

No necesitás un plan maestro. Necesitás un primer paso.

El final es simple

Este texto, por supuesto, tampoco te va a salvar.

Pero tal vez te recordó a alguien.

A ese amigo que vive esperando que el gobierno lo saque del pozo.

A ese familiar que piensa que la empresa le debe algo.

A ese conocido que no se mueve si no le prometen resultados.

Si conocés a alguien que necesita leer esto, no lo pienses dos veces.

Porque el mejor regalo que podés darle a alguien no es una solución...

es recordarle que YA TIENE el poder para creársela.