"Tenés que hacer networking", dicen.

Como si eso fuera una estrategia.

Como si mendigar atención en eventos de cartón fuera lo que te va a salvar el mes.

Como si hablar con 40 desconocidos sobre lo mucho que aman su trabajo te hiciera más valioso.

El networking moderno es prostitución emocional con sonrisas de utilería.

Vendés pedacitos de tu personalidad por una promesa que casi nunca se cumple.

Te volvés una versión masticable de vos mismo:

suave, neutral, amable...

Una especie de Pokémon corporativo que evoluciona según quién tenga delante.

La actuación perpetua

En cada evento hacés de cuenta que sos alguien más.

El entusiasta. El motivado. El que "ama conectar con gente interesante".

Spoiler: no es interesante.

Son todos iguales.

Y vos también lo sos cuando entrás en ese juego.

Te sabés el pitch de memoria, el chiste neutro, la sonrisa “genuina”.

Pero por dentro pensás:

“¿Qué carajo hago acá hablando con este tipo?”

El síndrome del coleccionista

Hay gente que colecciona contactos como si fueran cromos de fútbol.

500+ en LinkedIn.

Un Excel con nombres y cargos.

Tarjetitas con el mismo “CEO of…” que nadie entiende.

¿Sabés cuántos te ayudarían si mañana te hundís?

¡C-E-R-O!

La transacción disfrazada

Todo evento de networking es un mercadillo.

Solo que nadie lo admite.

"¿Tomamos un café?" = "Si veo que me servís, te escribo."

"Qué interesante lo que hacés" = "Podrías ser útil. Voy a hacerte follow hasta que me aburras."

Al menos una escort no te dice que le caés bien.

Ella cobra, hace lo suyo y no te miente.

El precio de la autenticidad

Querés ser vos mismo.

Pero sabés que si contás la verdad, te miran raro.

Si decís que estás perdido, te evitan.

Si mostrás dudas, no te invitan.

Si hablás sin filtros, sos “intenso”.

Así que te callás.
Te amoldás.
Te editás.

Y te vas a casa con la sensación de haber vendido algo que no deberías haber vendido:

TU ALMA

La alternativa brutal

Querés oportunidades reales?

Sé brutalmente bueno en lo que hacés.

Tan bueno que la gente hable de vos aunque no te conozcan.

Tan claro que no tengas que perseguir contactos:
los contactos te van a perseguir a vos.

No necesitás eventos para ser visible.

Necesitás resultados que hagan ruido.

La verdad incómoda

¿El networking funciona?

Sí. Como la cocaína.

Un momento de subidón que dura poco, es caro y al final te deja peor.

La próxima vez que entres a un evento, mirá alrededor y preguntate:

¿Estoy acá por estrategia o por miedo a no ser suficiente sin esto?

Si esto te incomodó, es porque tocó algo.

Y si lo sentiste en el estómago, es que estás listo para cambiar el juego.

¡Bien! Ya estás por el sendero del lobo.