Tengo un cliente abogado.

Bueno… en realidad tengo cuatro (la verdad que me viene bien por si alguna vez me meto en quilombos).

Pero bueno, la historia no es esa.

La cuestión es que este es el clásico abogado multifunción: penal, laboral, corporativo, divorcios con drama, herencias con cuchillos… lo típico.

Y tiraba del trillado: “75 años de experiencia combinada”.
(¿Combinada con quién, con Matusalén?)

Un día lo frené y le pregunté:

—¿En qué sos realmente bueno? Pero bueno de verdad...

Y me dijo: