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Si no sabés cuánto vale tu tiempo, alguien más lo va a usar... y no te va a pagar.
Tu hora no vale lo mismo que la de un cordero (y hasta que no lo entiendas, vas a seguir siendo uno)
Ponerle precio a tu tiempo no es arrogancia, es supervivencia. Porque si no sabés cuánto vale tu hora, siempre vas a trabajar para los planes de otro.
Si todos aplauden tu charla, probablemente no dijiste nada importante.
Te burlaste de las gafas inteligentes. Ahora asegurate de no estar haciendo lo mismo con tu propio producto.
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