Los libros que me sacaron de la bancarrota
No eran de autoayuda. Ni de mindset. Eran manuales de guerra para vender o morir.

Hace unos años, cuando las cosas iban mal…
No mal de “me va flojo”.
Mal de irme a vivir a casa de mi hijo por no poder pagar el alquiler.
Mal de no poder pagar una deuda que me asfixiaba por la estafa de unos sinvergüenzas.
Me encontré con un conocido que me cambió la vida.
No era gurú.
No tenía canal de YouTube.
No vendía cursos de 997€.
Pero me tiró una frase que se me quedó clavada como un cuchillo:
“Yo no leo mucho, pero los libros que leo no me sirven para tener ideas. Me sirven para robarlas. Jeje.”
Un genio. Un filósofo de esos que no quedan... de los de barra de bar a las 7 de la tarde.
Así que me fui a casa (la de mi hijo prestada).
Agarré una libreta.
Y me puse a leer como si mi vida dependiera de eso. Porque dependía.
Pero esta vez, no subrayaba.
Copiaba.
Destripaba.
Y aplicaba.
Un capítulo de Dan Kennedy por la mañana.
Por la tarde sendos capítulos de Robert Collier y Joseph Sugarman
Y por la noche, una vieja edición de Ogilvy.
Nada de buscar inspiración.
Buscaba fórmulas, estructuras, disparadores mentales.
Y empecé a escribir.
Y empecé a vender.
Y volví.
Hoy es el Día del Libro.
Y si esperás que te recomiende uno, te jodiste.
No te voy a recomendar ningún libro.
Te voy a recomendar que a los que tengas y te gusten los destripes.
Que robes ideas.
Que mezcles.
Y que vendas.
Porque los libros no te van a salvar.
Pero vos sí podés salvar tu negocio…
Si dejás de leer como lector, y empezás a leer como estratega.