Hace años, uno de mis primeros clientes me pidió ayuda para lanzar una tienda online “en dos semanas”.

Tenía el logo, el dominio, los productos, las fotos… y la ilusión.

Le pregunté si tenía configurada la plataforma de envíos. Mas o menos.

¿Textos persuasivos? No.

¿Configurado el carrito abandonado? ¡Tampoco!

Pero su Google Calendar mostraba que en 14 días estaría vendiendo.

Spoiler: tardamos 3 meses. (Y fue rápido).

La mayoría de la gente —y acá me incluyo— es malísima planificando.