Tus planes no valen nada (y eso está bien)

Siempre se tarda más de lo que uno espera, aunque se tenga en cuenta que se tarda más de lo que uno espera.

Tus planes no valen nada (y eso está bien)

Hace años, uno de mis primeros clientes me pidió ayuda para lanzar una tienda online “en dos semanas”.

Tenía el logo, el dominio, los productos, las fotos… y la ilusión.

Le pregunté si tenía configurada la plataforma de envíos. Mas o menos.

¿Textos persuasivos? No.

¿Configurado el carrito abandonado? ¡Tampoco!

Pero su Google Calendar mostraba que en 14 días estaría vendiendo.

Spoiler: tardamos 3 meses. (Y fue rápido).

La mayoría de la gente —y acá me incluyo— es malísima planificando.

No porque no sepa, sino porque somos optimistas patológicos.

Creemos que todo va a salir bien.

Y por eso no contemplamos lo que puede salir mal.

Spoiler 2: siempre sale algo mal.

Inventamos plazos bonitos, gráficos chulos, y un lenguaje corporativo que disfraza la verdad: no tenemos ni idea de lo que va a pasar.

Y lo peor es que, cuanto más complejo es el proyecto, más dependencias hay.

Más cosas que pueden fallar. Más piezas que tienen que encajar.

Más probabilidades de que alguien se enferme...

La cuestión es esta: No se trata de dejar de planificar. Se trata de planificar mejor.

Acá van algunas ideas reales y aplicables que uso con mis clientes: